El día a día de todo negocio está sujeto a multitud de factores que, entre otras cosas, incluyen cumplir las obligaciones fiscales con la Agencia Tributaria. La cuestión no siempre resulta sencilla y es que, la falta de liquidez, los impagos de clientes o la acumulación de pagos para el autónomo o empresario pueden dificultar la cuestión. La administración ofrece, para estos momentos, la posibilidad de solicitar un aplazamiento de deuda o un fraccionamiento de la misma.
Los importes correspondientes a tributos que, en principio, son susceptibles de verse beneficiados por un aplazamiento de deuda tienen que ver con el IRPF o el IVA. Ambos tributos ofrecen dos posibilidades en función de los importes:
– Procedimiento automatizado: Está planteado para deudas que no superen los 30.000 euros. El aplazamiento de deuda o fraccionamiento puede hacerse en un plazo de entre 6 y 12 meses siempre que las mensualidades no resulten inferiores a los 30 euros. En estos casos, los tiempos vendrán determinados tanto por los importes de la deuda en cuestión como por el tipo de solicitante (persona física, comunidad de bienes, personas jurídicas…).
– Procedimiento no automatizado: Se trata del aplazamiento de deuda o fraccionamiento que se aplica a importes superiores a 30.000 euros. En estos casos, los plazos pueden demorarse hasta un máximo de 36 meses en función de las garantías de pago ofrecidas por el deudor y habrán de aportarse los documentos requeridos en cada caso por la administración, así como justificarse debidamente ciertas circunstancias, como por ejemplo, en el caso del IVA, que los importes repercutidos aún no han sido abonados.
Sin embargo, la solicitud de un fraccionamiento o aplazamiento de deuda no siempre implica su aceptación por parte de la Agencia Tributaria. Existen algunos supuestos en los que puede denegarse la solicitud así como deudas no incluidas en este tipo de procedimientos.
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